jueves, 19 de febrero de 2009

Amistad

¿Alguna vez han tenido un amigo que sea irresistible para las mujeres? Pues si la respuesta es negativa, déjenme adelantarles que a la vez que es una mamada por otro lado es el medio para adquirir una especie de iluminación, gracias a ello, puedes hacerte de muchos amigos.
El sentimiento es tan castrante, se repiten en su cabeza “porqué él, porqué él” mientras una lágrima de autocompasión recorre sus mejillas (porque obviamente no es mi caso, que quede claro) el chiste es que él, simplemente es irresistible, mientras que los demás son feos, poco inteligentes, apestosos, nada carismáticos, etc, etc.
Entonces entra el punto positivo, ellos se preguntan ¿Para qué ser tan envidioso? Sintiendo envidia sólo logran acortar su tiempo de vida, las dudas los corroen, y además se disipan en el alcoholismo. ¿A qué quiero llegar con eso? Simplemente a que ELLOS, se dan cuenta de lo importante que es ser más inepto que alguno de sus grandes amigos; entonces viven felices, no tienen expectativas, incluso ponerse ebrio tiene algo de sentido cuando ya todo les vale verga. Después los amigos crecen, les llegan a borbotones, pasan de 10 amigos a 15 (sí, un chingo) y el clásico comentario de “mañana las chelas compa” llega como una aurora boreal en pleno trópico.
Bueno, pero hablando de experiencias más terrenales (ahora sí me incluyo, solo ahora) lo peor de todo es cuando a uno le sale todo mal, es decir, se queja de la gran habilidad de una persona para conseguir mujeres cuando se es un pendejo de primera tratando con las susodichas. Experiencias, experiencias que dejan mal parado, una sonrisa mal dada, una copa no invitada, la miradita de reojo (de esas de “chin, ya me vio”, en lugar de hacer contacto directo y varonil), o el sepulcral silencio de las no amenas conversaciones; entre otras cosas (como traer 5 pesos en la bolsa)
El punto es que en la amistad no importa el convertir agua en vino (¡Jesús regresa!), lo importante es tomar en cuenta que dicho sentimiento no es una cuestión de estética, cuando a uno le vale verga lo que su amigo haga o deje de hacer, además de que muestra una sana falta de interés gana la oportunidad de hacer algo para sí.

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